EL PEQUEÑO GIGANTE


Dedicado al espíritu que dentro de cada uno de nosotros evoluciona, y que a veces, por diversas circunstancias; se revoluciona.


(La vida de Manuelito Maldonado Lovo)

viernes, 26 de febrero de 2010

NOS ACOSTUMBRARON A CULPAR A OTROS DE NUESTRAS DESGRACIAS

"– Manuelito, ¿qué grado escolar tienes? –preguntó Adrián.
– Tercer grado de primaria.
– Y ¿por qué crees que no has podido seguir estudiando?
– Porque mi padre murió cuando yo era niño. Y como éramos muchos hermanos, nos quedamos en una gran pobreza. Entonces tuve que trabajar para ayudar a la familia.
– ¿Quién crees que tiene la culpa de todo eso que te ocurrió?
– Pues... –Manuelito pensó breves instantes–. Así lo quiere Dios –afirmó convencido.
Adrián lo miro fijamente.
– ¿Crees que Dios es injusto?... ¿Crees realmente que Dios se entretiene haciendo daño a las personas, impidiéndoles que puedan estudiar o haciéndoles pasar hambre y miseria?... Si Dios nos ama como hijos suyos, ¿cómo puede un padre disfrutar haciendo sufrir a su hijo?... Dios no tiene la culpa de nuestras desgracias. El sistema que han implantado algunos hombres, es el que oprime, nos exprime, y nos hace sufrir de miles formas..."

(EL PEQUEÑO GIGANTE, La vida de Manuelito Maldonado Lovo)

domingo, 21 de febrero de 2010

EL CAMINO TRAZADO, PERO SIEMPRE FLEXIBLE COMO UNA CAÑA DE BAMBÚ.

Somoto, Noviembre de 1964, zona norte de Nicaragua.
Manuelito Maldonado observó dos figuras desconocidas acercándose por la calle. Eran las ocho de la noche, la amarillenta luz que iluminaba suavemente la terrosa calle, provenía de un poste eléctrico a pocos metros de la vivienda. Los desconocidos pasaron por delante de la casa y se detuvieron frente a un portón de media altura hecho de madera, observaron disimuladamente ambos lados la calle, uno de ellos abrió la puerta, y entraron al solar de la familia Maldonado. Serán amigos de mi hermano, pensó Manuelito, que esperaba la cena sentado en una piedra situada fuera de la casa; al lado izquierdo de la entrada mirando frontalmente...
Manuelito, como de costumbre, cenó y se fue a dormir, pero ni en sus sueños más atrevidos, podría sospechar lo que aquellos dos extraños harían con su vida: La cambiarían para siempre.
Que llegaran extraños era tan común para Manuelito como el constante paso de viajeros por las calles...
El temor a ser asaltados no era un problema, pues poco o nada se le puede robar a quien es tan pobre como nosotros.
EL PEQUEÑO GIGANTE. (La vida de Manuelito Maldonado Lovo).

Con estos párrafos iniciamos en la profundización dinámica de este blog, donde nos moveremos entre historias y reflexiones profundas, ya sean que estén incluidas en la obra que da nombre a este punto de encuentro, o novedosos aportes propios de este lugar.
El enfoque: Considerar compatible el desarrollo económico, con el humano moral y espiritual, así como la necesidad de un despertar de conciencia que nos libere, ya no de las cadenas físicas de los pasados esclavistas, sino de las nuevas cadenas invisibles que están llevando a la humanidad a la autodestrucción y a vivir para lo absurdo; porque nos programaron para perseguir una falsa felicidad.

PARA COMENZAR, EL PRÓLOGO DEL LIBRO. Para saber quienes son tanto Manuelito, el protagonista, como Isaac, el escritor.

Isaac Fernández de la Villa, nació en Sevilla, España, (1973), pero, según sus propias palabras, se considera un Ciudadano del Mundo, un “audaz Cosmopolita” que cruzó el Océano en alas del ensueño, para anclar su ligera y peregrina barca en las aguas de nuestro hermoso país.
Radicado en nuestro remoto pero cálido pueblo, Somoto – Madriz – Nicaragua, desde hace algunos años, y dueño de una aguda percepción extrasensorial colindante con lo metafísico, de manera muy amena, pero a la vez, con una estructura narrativa muy formal y un excelente tecnicismo académico, Fernández de la Villa, nos conduce de la mano a través de los intrincados caminos de nuestra desgarrada historia, a un reencuentro con un hermoso retazo de la misma, en la que el personaje central de esta obra, de género testimonial y biográfico, Manuelito, nos cuenta sus peripecias y hazañas en un mundo de catacumbas como dijera el gran poeta Leonel Rugama, en un mundo incógnito, subterráneo y clandestino en el que cada paso era dado equilibrando sobre una cuerda floja, significando vida o muerte, así como sus dudas, sus crisis espirituales y existenciales, sus angustias y decepciones y su profundo amor por un pueblo reprimido, humillado y sometido bajo la bota de una de las más sangrientas dictaduras de América Latina, como lo fue la dinastía de la tristemente célebre familia Somoza.

Manuelito Maldonado, personaje muy popular y conocido de nuestro querido pueblo enclavado en el corazón de las legendarias Segovias, en donde escribiera su heroica gesta el Gral. de hombres Libres, Augusto César Sandino, hurgando en el archivo de la memoria nos ofrece un testimonio fiel y veraz, relatándonos, como, a pesar de todas las circunstancias adversas que la vida siempre le puso por delante, logró superar todos los obstáculos, incluidos el egoísmo, la ambición desmedida y la envidia de los hombres, lastres que generalmente arrastramos con nosotros los seres humanos, así como la crítica destructiva, para convertirse, con mucho esfuerzo, disciplina, sacrificio y espíritu de superación, en un invencible y desafiante “guerrero de la luz”, como diría Cohelo.

Además del testimonio de su personaje, en esta obra, el autor Fernández de la Villa nos invita a la reflexión profunda, usada esta como vehículo de viaje para penetrar hasta las entrañas de nuestro más recóndito ser, tomando como punto de partida sus lúcidos y acertados análisis filosóficos, así como sus amplias y variadas disertaciones sobre la actual crisis espiritual y por ende de valores morales que cada día escasean más en la humanidad del mundo entero, análisis que de manera más completa puede usted encontrar, amigo lector, en los libros, El buscador de la Felicidad, Peregrinos de la Nueva Era, y Querido Ciudadano, del mismo autor.
Esta obra, El Pequeño Gigante, y, desde luego, guardando la debida distancia, refleja, como en un cóncavo y mágico espejo de la real historia de la humanidad, en el que misteriosamente el mundo entero puede ver, una vez más la desigual batalla de David, el pequeño, contra Goliat, El gigante, en la que, el primero, armado solamente de una rústica honda de pastor de ovejas y cabras, para no discriminar, se erige como único y eterno vencedor, cuya pequeña figura viendo caer al descomunal Filisteo, habrá de perdurar en la memoria de los hombres hasta la consumación de los siglos.
Así, con la antorcha libertaria de la verdad en su diestra, y la balanza justiciera en su siniestra, revestido con el reluciente traje hecho de una sola pieza, de la honestidad, la conciencia revolucionaria, –en vías de extinción, y una moral inclaudicable, tendrá que perdurar en la memoria histórica de su pueblo y de su Patria, Manuel Maldonado Lovo, Manuelito, un digno hijo de esta hermosa tierra de lagos y volcanes, como es nuestra bella Nicaragua.

Diego A. Gutiérrez.
(Poeta Nicaragüense).