EL PEQUEÑO GIGANTE


Dedicado al espíritu que dentro de cada uno de nosotros evoluciona, y que a veces, por diversas circunstancias; se revoluciona.


(La vida de Manuelito Maldonado Lovo)

martes, 18 de mayo de 2010

UN POCO DE HISTORIA POCO CONOCIDA.

La visión revolucionaria de Tino, le trajo amigos afines a sus ideas con los que hablar sobre aquellos temas que el gobierno prohibía. Reynerio Espinoza lo visitaba y charlaban de revoluciones y soluciones para acabar con la miseria en Nicaragua. Reynerio había vuelto de Guatemala, donde estudió Odontología y conoció las actividades revolucionarias de Jacobo Arbenz Guzmán; uno de los jóvenes oficiales que derrocó al dictador Jorge Ubico Castañeda en junio de 1944. Reynerio aún vivía con sus padres, se encargaba de llevar la producción lechera de la finca familiar a Somoto. No ocultaba su tendencia política y distribuyó la revista gratuita M. R. Movimiento Republicano, con ideas opuestas al gobierno; que tenía permiso de divulgación, siendo legal.
Reynerio llevó a la zapatería de Tino a Pablo Velásquez, hondureño que se había casado con una muchacha Somoteña.
El padrastro de Pablo había dado albergue a Santos López en Honduras cuando Sandino fue asesinado, y siendo Pablo estudiante, Santos López ya le hablaba sobre Sandino y sus ideales. Perseguido en Nicaragua y escondido en el país vecino, Santos trabajó donde pudo; desde obrero en una fabrica de jabón propiedad de una adinerada familia Alemana, hasta cuidandero en la pedrera de una empresa constructora de carreteras.
En poco tiempo, la O.S.N. (Oficinas de Seguridad del Estado) lo consideró sospechoso, y en mayo de 1965 fue arrestado. Alguien lo acusó entre otras cosas, de llevar dinamita para volar el depósito de agua de Somoto; en realidad lo que llevaba era una emulsión para su hijo. Registraron su casa sin encontrar nada de qué acusarle, aun así, lo mantuvieron incomunicado en un torreón del Comando de la GN –Guardia Nacional–. Su esposa le llevaba comida y café. Logró pasarle un pequeño lápiz y papel para comunicarse con él, en el doble fondo del termo que contenía el café; que era revisado con un alambre antes de ser entregado al prisionero. Sin previo aviso Pablo fue trasladado a Managua con destino desconocido, y los intentos de su esposa y Tino por encontrarlo fueron en vano. Como último recurso, Elida llamó a uno de los hermanos de Pablo, Coronel del ejército hondureño, quien pidió permiso al gobierno de Honduras para buscarlo a niveles políticos: Lo encontró en la quinta prisión de policía, torturado y con tres días sin comer. Después de gestionar con el gobierno nicaragüense su deportación a Honduras, fue puesto en libertad y se establece en Choluteca, donde comienza a usar su vivienda como casa de seguridad para el Frente Sandinista.

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